El neocolonialismo es el control indirecto que ejercen las antiguas potencias coloniales sobre sus antiguas colonias o, en sentido amplio, los estados hegemónicos sobre los subdesarrollados. Estos países no disfrutan de una independencia plena, sino que están sometidos a los dictados culturales, políticos, lingüísticos y especialmente, económicos, de otro. Nuevo Pacto Colonia: Este pacto fue declarado por países americanos y los centros industriales europeos 1950.
El neocolonialismo es diferente al colonialismo, que se caracteriza por un control directo. Así, se emplea la fuerza militar para la ocupación del país y se establecen colonos procedentes de la metrópoli en el territorio sujeto a dominación. Los terratenientes pertenecientes a lo que se denomino la "hacienda tradicional" continuaron produciendo para su propia subsistencia y la de la población campesina vinculada a la hacienda por relaciones de tipo servil y, en algunos casos, abasteciendo a un mercado de amplitud regional.
Causas del neocolonialismo
Tras la liberación política de las colonias se mantuvieron generalmente las antiguas estructuras económicas. La dependencia de las importaciones de la metrópolis, la concentración de la producción en ciertas materias primas para exportar a Europa y la carencia de los medios técnicos y del capital, y la conservación en ciertos casos de la propiedad de la industria en manos de colonizadores suponen la continuación del control económico sobre estos países.
La devaluación de las materias primas que exportan y la venta de bienes manufacturados de mayor valor añadido generan un déficit comercial nocivo para estos países. La deuda externa asumida por muchos países es también un factor relevante en el proceso.
Formas
del neocolonialismo.
El neocolonialismo es un conjunto de
relaciones económicas, políticas y culturales que mantienen un gran número de
ex-colonias de los continentes de África y de Asia dependientes de sus ex-metrópolis
o de otras naciones industrializadas.
Este término se ha vuelto más utilizado
después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se intensificó el proceso de
descolonización de África.
Sin embargo, también se utiliza para
caracterizar los lazos de dependencia económica y la subordinación de una serie
de países, por ejemplo, ex-colonias, ubicadas principalmente en África, Asia y
América Latina, en comparación con los países ricos, Corresponde, por tanto,
particularmente con las antiguas potencias colonialistas.
En este contexto, la cuestión del
neocolonialismo se une la evidencia tanto a la cuestión del subdesarrollo como
también del intercambio desigual al nivel del comercio internacional
(exportación de materias primas por los países pobres), situación que coloca en
desigualdad los países desarrollados en el hemisferio norte y los
subdesarrollados en el hemisferio sur.
El neocolonialismo puede considerarse como la
existencia del hecho de relaciones coloniales sin que, de hecho, existan
colonias de manera formalizada. Sus características esenciales son el
predominio del capitalismo de mercado, explotación indirecta y existencia de
empresas multinacionales (EMN) o empresas transnacionales.
Los rasgos del
neocolonialismo en el Tercer Mundo son diversos. En primer lugar, existe una
fuerte dependencia comercial, que algunos autores relacionan con el llamado intercambio
desigual. Éste consiste en el hecho de que los países subdesarrollados
exportan materias primas, cuyo precio es bajo, pero importan productos
elaborados de los países ricos, de precio más elevado. El control de los
precios de la mayoría de estas materias primas escapa al control de los países
que las producen, ya que son fijados por las grandes bolsas de comercio
internacional en función de la demanda de los países ricos. Las oscilaciones de
precios de las materias primas provocan importantes desequilibrios en las
economías de los países productores, ya que generan fluctuaciones en sus
ingresos, mientras los gastos derivados de la adquisición de productos
elaborados son mucho más estables.
En segundo lugar, el Tercer Mundo tiene una gran escasez de capital y depende financieramente del mundo desarrollado. Los países pobres, para solucionar sus problemas o promover el crecimiento, a menudo se ven forzados a pedir préstamos a los bancos de los países desarrollados y a organismos internacionales. Sus tipos de interés son elevados porque, como no siempre los gobernantes de estos países utilizan los préstamos con eficacia, las entidades aplican una prima de riesgo. La dependencia financiera no resulta sólo de los créditos concedidos, sino también de las inversiones exteriores. La mayoría de las empresas más modernas del Tercer Mundo son de capital extranjero que invierten en estos países para aprovechar la mano de obra barata y las ventajas fiscales.
En tercer lugar, existe una dependencia tecnológica. Como los países subdesarrollados no tienen tecnología moderna ni medios propios para conseguirla, deben comprarla a los países avanzados. Esto obliga al pago de royalties, cuyo importe, en términos comparados con su nivel de renta, es muy elevado. Los préstamos y las inversiones acaban generando unos beneficios que vuelven al país de origen, lo que da lugar a un flujo de capitales de los países pobres hacia los ricos como retorno de la inversión efectuada. Todo ello acaba obstaculizando la acumulación interna de capital en los países pobres y favoreciendo su descapitalización.
En segundo lugar, el Tercer Mundo tiene una gran escasez de capital y depende financieramente del mundo desarrollado. Los países pobres, para solucionar sus problemas o promover el crecimiento, a menudo se ven forzados a pedir préstamos a los bancos de los países desarrollados y a organismos internacionales. Sus tipos de interés son elevados porque, como no siempre los gobernantes de estos países utilizan los préstamos con eficacia, las entidades aplican una prima de riesgo. La dependencia financiera no resulta sólo de los créditos concedidos, sino también de las inversiones exteriores. La mayoría de las empresas más modernas del Tercer Mundo son de capital extranjero que invierten en estos países para aprovechar la mano de obra barata y las ventajas fiscales.
En tercer lugar, existe una dependencia tecnológica. Como los países subdesarrollados no tienen tecnología moderna ni medios propios para conseguirla, deben comprarla a los países avanzados. Esto obliga al pago de royalties, cuyo importe, en términos comparados con su nivel de renta, es muy elevado. Los préstamos y las inversiones acaban generando unos beneficios que vuelven al país de origen, lo que da lugar a un flujo de capitales de los países pobres hacia los ricos como retorno de la inversión efectuada. Todo ello acaba obstaculizando la acumulación interna de capital en los países pobres y favoreciendo su descapitalización.
África
La independencia en las colonias de África fue consecuencia de muchos factores, entre
ellos el deseo de los pueblos africanos de independizarse, inspirados por la
independencia de la india, y el resentimiento popular contra el racismo y la
desigualdad Pero, además, las dos nuevas potencias surgidas tras la segunda
guerra mundial, la URSS y Estados Unidos,
no habían participado en el reparto de África y querían asegurar su influencia
en la zona. Las dos superpotencias financiaron los intereses independentistas y
a los nuevos Estados. Trataban así de relanzar su industria de armamento,
extender su ideología y obtener el control económico de la región.
Para alimentar, educar y modernizar a sus masas, África tomó prestadas
grandes cantidades de dinero de varios países, banqueros y compañías. Gran
parte de este dinero fue despilfarrado por dictadores corruptos y no revirtió
en el bienestar de los pueblos; además, la deuda mermó la independencia de los
Estados africanos.
Latinoamérica
Muchos países latinoamericanos recurrieron durante la década de los años
setenta a créditos de bancos multinacionales, o empresas privadas de esos
países se endeudaron y posteriormente su deuda privada se convirtió en deuda
pública. Esto fue posible por la clase dirigente con intereses extra
nacionales, o por gobiernos militares impuestos desde afuera, como en el denominado
operación cóndor. A estos países les resultó muy difícil pagar la deuda externa
y la potencia aprovecharon estas deudas para convertir tales países en sus
neocolonias.
Alanis Anaya Samuel
Balbuena Ballesteros Carmen
Alfredo Blanco Fernández
Montserrat Cantero Contreras
Alan Espinosa oses
Betel Leviz Martínez
Mariano Sánchez Torres
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